Hace unos días nos invitaron a casa de un familiar, y claro, mis hijos no conciben que vayamos como invitados a ningún sitio sin llevar, "por lo menos unas galletas". Bueno, a decir verdad, hay días en que quieren compartirlas, y otros en que dicen "Nooooo, porque si llevamos las galletas a otra casa, se las comerán! Creo que piensan que se me va a olvidar la receta con el viaje, o algo así...
Así pues, me puse manos a la obra, preparé unas galletas, algo sencillo, que soportase bien un viaje de varios kilómetros en coche. No tenían destinatario concreto; eran para niños y adultos.
Elaboré la receta preferida de mis hijos, las galletas de mantequilla y vainilla. Para la decoración, opté por un delineado sencillo con glasa real, y en algunos casos, con relleno, ya que no quería que resultasen especialmente dulces. La glasa, la aromaticé con esencia de limón, ya que gracias a su acidez, mitiga ligeramente el dulce de la glasa. Llegaron a destino sanas y salvas, y encantaron a todos, grandes y pequeños.
Estoy preparando un especial Comunión, con una decoración más elaborada, ya que aunque las galletas son para comer, y están buenísimas, en el caso de las Comuniones, es muy probable que los invitados se las guarden de recuerdo.
¡Espero que os guste!
Un abrazo.
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